Localidad: Torresandino

Fundado en el S. XIII y reedificado en el S. XIV, actualmente se encuentra en ruinas, motivo por el cual ha sido incluido en la Lista roja de patrimonio en peligro de la asociación para la defensa del patrimonio Hispania Nostra.

Los primeros documentos que lo mencionan se remontan al año 1302, momento en el que ya hay una comunidad religiosa asentada, cuya fundación debió ser al menos unos años antes. La parte más antigua del edificio es una capilla lateral excavada en la roca, cuyo origen es una cavidad natural, y que pudo ser un asentamiento eremítico a partir de la Reconquista de esta zona, en el siglo X, o incluso antes, siendo el germen de la posterior comunidad religiosa.

El edificio actual de la iglesia, la construcción de la que quedan más elementos reconocibles, data del siglo XV, aunque se observan restos de trazas románicas en su factura. Durante los siglos XV y XVI vive su mayor apogeo económico, con numerosas donaciones de señores de la zona que lo convierten en uno de los monasterios más importantes del momento, y la instauración de sus romerías, que fueron muy populares. La crisis económica y demográfica del siglo XVII les afectó en cierta medida, aunque siguieron contando con el apoyo de algunos señores importantes, y la explotación agrícola de sus tierras siguió en auge. Ya en los siglos XVIII y XIX se recuperan económicamente, siendo el momento en el que se acometen numerosas remodelaciones en las diversas dependencias del Convento y sus propiedades. Llegó a albergar al menos 23 frailes carmelitas, además de criados y otros trabajadores, lo que lo comparaba en importancia a los de Ávila o Valladolid.

En 1810, con la llegada de los franceses, los frailes son expulsados por real decreto de José I. En 1815 retornan al convento, donde permanecerán hasta su abandono definitivo en 1835, con la desamortización de Mendizábal, pasando la edificación a manos privadas desde ese momento. Se ha utilizado desde entonces como aprisco para el ganado y como cantera, reutilizando los sillares labrados en otras construcciones de las poblaciones vecinas, lo que ha llevado en gran parte al estado de ruina total en que se encuentra en la actualidad.

Si bien la extracción de materiales debió ser masiva hasta la década de 1970, luego se abandonó definitivamente esta actividad, aunque aún se producen robos ocasionales, pese a ser un bien protegido, como la sustracción de dos de los arcos de la nave de la iglesia en 2013. Todas estas pérdidas de material han comprometido seriamente la estabilidad de lo que queda de los edificios, abriéndose grietas en la estructura y provocándose el desplome de algunos muros, con el riesgo de derrumbe que ello conlleva. Es por ello que, en la actualidad, está prohibido el acceso a los restos del convento.